SAN VICENTE DE LA BARQUERA MIRA AL MAR EN LOS CURSOS DE VERANO DE LA UC.

Arranca la oferta académica en la sede estival más joven de la Universidad de Cantabria

La Universidad de Cantabria (UC) ha inaugurado este martes, 11 de julio, la oferta académica de los Cursos de Verano en su sede más joven, la de San Vicente de la Barquera, con el curso Del Cantábrico al Atlántico. Puertos, mar y costa en la Edad Moderna, que analiza el papel de la actividad portuaria entre los siglos XVI y XVIII.

La alcaldesa de San Vicente de la Barquera, Charo Urquiza, la directora Área de Cursos de Verano y Extensión Universitaria, Raquel Gómez, y el director de este monográfico, Rubén Castro, han sido los encargados de dar la bienvenida a los alumnos. “Los Cursos de Verano de la UC me parecen absolutamente importantes, deberían ir adquiriendo una mayor relevancia a través de la promoción y la implicación de los vecinos, para que haya un mayor acercamiento a la cultura, a los cursos y a la Universidad. Esa iniciativa de sacar la universidad de la universidad es una manera de interactuar con la actividad académica, de generar otras actividades, y el crecimiento debe continuar”, apostó la alcaldesa Charo Urquiza.

Por su parte, la directora Área de Cursos de Verano y Extensión Universitaria mostró su satisfacción por regresar, por segundo año consecutivo, a la sede de los cursos en San Vicente de la Barquera, “por volver a tener éxito y ver un montón de personas que se han interesado por esta propuesta es una ilusión”.

Raquel Gómez reiteró “el compromiso de la UC para potenciar esta sede” y avanzó la apuesta de la UC por organizar en ella, en próximas ediciones, “también actividades en abierto, gratuitas, en distintos formatos”. Una sede que, por su juventud, reconoció que aún está “buscando” las temáticas que más puedan responder a los intereses de sus potenciales alumnos.

UN MAR DE OPORTUNIDADES

A juicio del director del curso, Rubén Castro, la historia de las sociedades tradicionales del norte peninsular no puede entenderse sin incorporar al análisis su relación con el mar, el Cantábrico, al que debe sumarse desde 1492 su extensión oceánica. Del mar surgían oportunidades de extraordinaria importancia para su supervivencia, como la pesca -de altura y de bajura- y el marisqueo, que complementaban -cuando no sustituían completamente- una agricultura cerealista pobre, siempre deficitaria por cuestiones climáticas.

El mar fue también un medio de comunicación y de comercio prioritario para estos entornos costeros, dadas las dificultades comunicativas por tierra, con una red de caminos carreteros inexistente hasta finales del siglo XVIII. Pero, al mismo tiempo, el mar comprometía también la seguridad de las poblaciones costeras, razón por la cual durante el siglo XVIII se diseñó una ambiciosa reforma administrativa de la costa con el único objetivo de asegurar su defensa.

Todo giraba en torno a la creación de una Armada que debía asegurar madera para la construcción de barcos y marinos profesionales para tripularlos -todo lo anterior coordinado por los Departamentos Marítimos y los nuevos arsenales-, con el único objetivo de hacer frente a las amenazas comerciales y militares de las potencias marítimas del momento, Francia e Inglaterra, sobre todo, ávidas de hacerse con parte del imperio ultramarino de la Monarquía Hispánica.

Así, partiendo del mar para explicar las poblaciones costeras, el curso Del Cantábrico al Atlántico. Puertos, mar y costa en la Edad Moderna pretende adentrarse en todo aquello que quedó condicionado por el contacto cotidiano con el mar, desde la obtención de recursos a la comida y cultura culinaria, pasando por el comercio y el contrabando, el papel de las mujeres en la actividad económica o el apartado militar, monopolizado como no podía ser de otra manera por la sección de Marina.

PIE DE FOTO. De izquierda a derecha, Rubén Castro, Charo Urquiza y Raquel Gómez.

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